copyright Kira Hagen 2011
La heroica vida de Beowulf, rey de Jutlandia
Primera saga:
Esta es la historia de Beowulf, príncipe de Jutlandia en las frias tierras norteñas de Escandinavia, allá donde el mundo parece no conocer el sol ni la calidez durante meses. Sobrino del rey de dichas tierras, Beowulf crece en consonancia con las costumbres de sus antepasados, la tradición y el respeto a sus mayores y a los dioses. Beowulf creció fuerte y bién desarrollado, debidamente alimentado y entrenado en el manejo de las armas, como corresponde a un hombre del norte. Beowulf iba de batalla en batalla y de saqueo en saqueo como corresponde a la juventud y al círculo natural de la vida de un guerrero. Sin embargo deseaba más, no solo queria acabar con la vida de cientos de hombres en el campo de batalla y dejar sus huesos, armas y estandartes secarse al sol. Los monstruos también existian, y Beowulf se mostraba lo suficientemente dispuesto y experimentado a dejar su huella en alguna saga que cantase su nombre al son de una lira por alguna madre a sus hijos o algun bardo que se ganase la vida en una bulliciosa y maloliente taberna. Y así fué como escuchó que el rey Hrothgar estaba teniendo ciertos problemas…. bueno, más que ciertos problemas con un enorme troll que solia escaparse de su estrecho escondrijo para matar a alguna mujer y unos cuantos guerreros y llevarse consigo una o dos ovejas a su cueva llena de osamentas para su disfrute y sustento.
Beowulf pues se embarca en un barco dragón lleno de pertrechos, armas y otros guerreros acompañantes rumbo hacia la isla danesa de Selandia, donde se encontraba el palacio del desdichado rey Hrothgar. Al principio el rey danés no reconoce al fornido muchacho pero le recibe con honores en cuanto Beowulf le confiesa su identidad y sus intenciones de matar al harapiento y poco agraciado monstruo que asola las tierras colindantes y acosa y hace infelices a las gentes, sin otro remedio más que refugiarse tras las altas murallas de palacio, huir lejos o morir luchando. Y así és como Beowulf y los suyos hacen noche en el palacio del rey Hrothgar esperando vigilantes y con el sueño ligero la llegada de la horrible bestia.
Era de madrugada, la noche estaba en calma y pasando las horas parecia que nada iba a ocurrir aquella noche cuando algo comienza a hacer ruido en el exterior y los guardias daban a voz en cuello la alarma por causa de la venida del troll. Beowulf despierta de su sueño y organiza a su gente para la defensa del lugar. Grendel era el nombre del monstruo y entra derribando la puerta solo para encontrarse de frente a uno de los hombres de Beowulf, y el desconocido guerrero fracasa intentando hacerse un nombre al ser atrapado de lleno por una de las manazas de Grendel y ser devorado entre los gritos de terror y de dolor del desdichado enviado directamente a las estancias de Odín. Sin tener tiempo ni a expulsar una ventosidad por su apestosa boca tras el banquete, el troll se ve agarrado por uno de sus poderosos brazos por parte de beowulf, que se ha abalanzado sobre su rival, sin armas, arrancándole la larga y fibrosa extremidad y obligando a la bestia a huir entre gimoteos y juramentos hacia el orgulloso guerrero de Jutlandia.
Segunda y tercera saga:
Grendel se ha vuelto a su oscura covacha a los brazos de su madre, cuya furia hace temblar los cimientos de las paredes y el techo de la guarida, y jura vengarse. Por la mañana hubo gran fiesta y regocijo y el dia pasó de manera calma, sin embargo al caer la noche la madre del desmembrado troll cumplió su parte de la ley del talión y se presenta matando a Esker, un guerrero de la guardia de Hrothgar, quién es recogido correspondientemente por las Valkirias y la mujer troll, más fea aún que su hijo, se lleva el brazo de Grendel de vuelta a su apestosa vivienda. Entonces Beowulf y unos cuantos de otros hombres se encaminaron hacia la cueva, hallada bajo un lecho submarino donde arde un fuego sobrenatural y donde los monstruos campan a sus anchas siempre ansiosos de carne fresca humana o de algun incauto animal. Beowulf y la enorme mujer troll se enzarzan en un terrible combate y cuando Beowulf tiene las de perder y se encuentra en el suelo dispuesto a encontrar su heroica muerte, halla a su lado una espada mágica aparecida no se sabe donde, con cuyo poder se apresta a decapitar de un tajo al monstruo y despues al indefenso Grendel. y vuelve al palacio de Hrothgar con las cabezas de ambos monstruos como prueba de su victoria. Y tras un banquete lleno de risas, borrachera, peleas y juerga y comida volando por doquier, Beowulf vuelve a su tierra, donde Hygelac, su tio el rey, le recibe con enorme festejo y frente a una mesa llena de suculenta comida le relata sus viajes, y el futuro se presenta con una guerra entre jutlandeses y headobardos.
Cuarta Saga:
Beowulf ha crecido, ha cambiado. Beowulf ha sucedido en el trono de Jutlandia a su tio Hygelac que ya se encuentra degustando el cerdo inmortal habiendo muerto en batalla honrosamente y ha reinado en el lugar de su tio durante 50 largos años en el que han sucedido muchas cosas. Beowulf mereceria un reinado tranquilo en el invierno de su vida, sin embargo las cosas no son siempre lo que deberian ser, y menos en una historia de epicismo y leyenda, y por lo tanto todo debe terminar de forma apoteósica. Y para ello es necesario un buen final, con un buen enemigo, con un buen antagonista. Y ese antagonista en los últimos tiempos de la aprovechada vida de Beowulf és un dragón. El dragón, el rey de los mitos, el indiscutible campeón de las bestias mitológicas a lo largo y ancho de los pueblos del mundo y de la historia de la humanidad. Pero dejémonos de andarnos por las ramas y acabemos con esta historia.
Un ladronzuelo habia robado un cáliz perteneciente a un dragón que vivia en una cueva, desconocedor del origen del tesoro que con tanta suerte habia logrado encontrar…. o eso él creia hasta que fué devorado por el reptiliano ser y su pueblo arrasado por las llamas del caluroso aliento de sus fauces. La gente de su corte y de su pueblo estaba aterrada, y sinceramente y en honor a la verdad, esperaba alguien que se ocupase del monstruo tal y como él hiciera con el ya antaño y largamente reverenciado rey Hrothgar. Sin embargo nadie salvo Wiglaf, uno de sus amigos y servidores más fieles, indignado por la cobardia a su alrededor, da un paso al frente y se ofrece a ayudar a matar a la serpiente. Cabe decir que la muestra de valentia de Wiglaf insufló un aliento de esperanza en el corazón del anciano rey. Beowulf sonrió, se irguió y ordenó disponerlo todo para el que sabia que era el combate final de su vida, y lo sabia, y cuando nadie le miraba, mientras se dirigia a sus estancias personales para prepararse su sonrisa se tornó en una mueca torva, preocupado por quién subiria al trono de Jutlandia tras su gran final.
Al llegar al lugar de los hechos la bestia sigue allí, disfrutando de su botín y de la gente que se estaba comiendo rodeada de las llamas de la aldea. Wiglaf y Beowulf son los únicos que se enfrentan al dragón y tras un terrible combate en el que el anciano rey Beowulf hizo su mejor esfuerzo pero del cual salió herido de muerte, agarra con las últimas fuerzas de su mano el hombro de Wiglaf y le pide, no le ordena, le pide con el corazón y con su último deseo que Wiglaf se siente en el trono de Jutlandia y haga lo que esté en su mano para reconstruir el reino. Y tras confiarle a Wiglaf su torque de oro como muestra de legado de sus tierras, Beowulf finalmente muere y su alma alcanza la gloria y las nubes se abren ante él con dorados rayos que le acompañarán en su viaje a las puertas de Asgard. Wiglaf es coronado rey de Jutlandia y los restos de Beowulf fueron enterrados en un túmulo al borde de un enorme acantilado junto al tesoro del dragón vencido con justicia.
Entradas Relacionadas
Imágenes mejor valoradas - autor Manuel Ramallo | |||||
|
|
||||